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La gran amenaza de los parques naturales

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Como cada año, al llegar los meses de verano se produce un triste acontecimiento que pone en grave peligro la conservación de algunos de los parque naturales que se encuentran en nuestro país, los incendios forestales.

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Foto: David Pedrero (Flickr)

Es ya una triste rutina el encender el televisor y verse suceder en los informativos las noticias de como son varias las comunidades que sufren incendios cada verano, en gran medida provocados por la irresponsabilidad del ser humano, cuyo respeto por el medio ambiente parece ir menguando según pasan los años.

España es el país de la Unión Europea que más sufre los efectos de los incendios, con unos 13.000 incendios anuales que, a pesar de suponer una reducción en un 37% respecto a hace una década, siguen siendo una cifra demasiado alta, más si pensamos que el 96% de ellos son provocados por el ser humano.

Las causas por la que nuestro país es un estupendo caldo de cultivo para incendios se debe a varios factores, cuya combinación provoca el desastre.

El clima seco y cálido de España hace que los meses de verano los bosques se conviertan en cerillas a punto de prender a la más mínima chispa. El drástico descenso del pastoreo y del uso de carbón y leña hace que se acumulen residuos naturales antes aprovechados, por lo que los fuegos suelen tener efectos devastadores y su propagación se multiplica.

La falta de inversión en la conservación de los montes y espacios naturales es por tanto un motivo fundamental para evitar que las muchas irresponsabilidades cometidas tengan consecuencias funestas, pero ni toda la prevención del mundo pueden controlar lo que parece ser una horrible plaga en España: los pirómanos.

Si de todos los incendios, el 96% son provocados por la mano del hombre, de éstos el 55% son provocados. En muchos de los casos el problema reside en la falta de control y permisos a la hora de quemar pastos y rastrojos, ya que es fácil que un golpe de viento o un despiste hagan que el fuego se propague incontroladamente.

También se pueden distinguir otros dos perfiles: el del incendiario y el pirómano. El primero actúa por maldad, interés económico, venganza contra otro vecino,… Su perfil es el de un hombre de entre 30 y 50 años, vecino del lugar y sin cualificación profesional. Los pirómanos sin embargo son personas con un trastorno, enfermos que son incapaces de controlarse y necesitan crear fuegos que sean cuanto más grandes mejor. Estos últimos son personas enfermas que necesitan tratamiento o ayuda profesional, además de supervisión durante los meses más críticos.

En una gran mayoría de los casos los culpables no suelen ser descubiertos, aunque las medidas de detección de las causas del fuego sí, pero las pruebas son eliminadas por el propio incendio, aunque el aumento de las técnicas y tecnología empleadas por las autoridades han ido mejorando progresivamente en los últimos años, lo que se ha traducido en un aumento de las detenciones, que no obstante debe seguir mejorando para asegurar un bien de incalculable valor como son los bosques y parque naturales.


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